Ciudad de México.- Entendemos la “laicidad del Estado” como la a-confesionalidad basada en el respeto y promoción de la dignidad humana y por lo tanto en el reconocimiento explícito de los derechos humanos, particularmente del derecho a la libertad religiosa.

El respeto que el Estado debe a las iglesias, a las asociaciones religiosas y a cada uno de sus miembros excluye la promoción tácita o explícita de la irreligiosidad o de la indiferencia como si al pueblo le fuera totalmente ajena la dimensión religiosa de la existencia.

De esta manera, un Estado verdaderamente laico no sólo no dificulta la experiencia religiosa, sino que aprecia de manera positiva la contribución de las distintas Asociaciones Religiosas en orden al bien común.

De este modo, un auténtico “Estado laico” será aquel que se conciba como garante de las más amplias libertades únicamente limitadas por el respeto al derecho propio y de terceros.

El Estado no está llamado a dictaminar sobre la verdad o falsedad de las convicciones religiosas. Mucho menos a definir su disciplina interna. Su misión es otra y está principalmente definida por el bien común, es decir, por crear las condiciones necesarias para que toda persona pueda desarrollarse conforme a su dignidad, particularmente, en el ámbito de su participación en la vida social.

Las leyes y las instituciones de una sociedad no se pueden configurar ignorando la dimensión religiosa de los ciudadanos, o de manera que prescinda totalmente de ella. A través de la acción democrática de ciudadanos conscientes de su alta vocación, se han de conmensurar con el ser de la persona, para poder secundarlo en su dimensión religiosa. Al no ser ésta una creación del Estado no puede ser manipulada, sino que más bien debe reconocerla y respetarla.

Por eso es tan importante que el Estado a través de sus instituciones y mecanismos de acción provea de las condiciones para que ninguna religión se asuma como oficial, sino que todas puedan existir en un marco de civilidad y de derecho.

¡Aspiramos un Estado laico! Y siempre lamentaremos un Estado laicista, restrictivo o persecutor. Frente Nacional por la Familia. Minuto de formación L# 38

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