Cancún, Quintana Roo.– “Cuando Pedro le pregunta a Jesús cuantas veces tiene que perdonar a su hermano, Jesús le respondió no sólo hasta siete sino hasta setenta veces siete”

Nos cuesta mucho perdonar y pedir perdón, a veces sentimos que no podemos perdonar porque la ofensa ha sido muy grande o porque ya se ha repetido muchas veces. Otras veces nos cansamos de perdonar o pedir perdón. Otras veces nos desanimamos o nos quedamos como bloqueados sin saber que hacer. Otras veces queremos poner un límite a nuestras posibilidades de perdonar o pedir perdón. Sin embargo, Jesús nos enseña hoy a no poner límites, a perdonar siempre, a perdonar a todos, a perdonarlo todo y a perdonar de corazón. Cristo sabe muy bien que si no logramos perdonar no sanamos las heridas ni encontramos la paz interior.

¿Cómo podemos perdonar?, cuando el Papa San Juan pablo II sufrió el atentado mortal en la Plaza de San Pedro, después de una larga intervención quirúrgica cuando despertó de la anestesia lo primero que dijo fue: perdono al hermano que me ha herido. Posteriormente fue a la cárcel a abrazarlo y expresarle su perdón y su amor misericordioso. Para poder perdonar a nuestro hermano necesitamos una grandeza y nobleza de corazón, pero sobre todo una profunda experiencia espiritual del amor misericordioso de Dios. Si nos sentimos profundamente perdonados será mas fácil perdonar a nuestros hermanos. La fe en un Dios padre misericordioso nos hace sentirnos hermanos de una misma familia y eso también nos facilita el perdón al sentirnos todos hermanos e hijos de un mismo padre. “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”. La oración por aquellos que nos han ofendido nos abre el camino al perdón misericordioso. Cuando tratamos de comprender y nos ponemos en la situación de quienes nos han ofendido también nos facilita darles el perdón. No podemos cansarnos ni limitarnos en la bondad de nuestro corazón porque somos hijos de un padre misericordiosos que hace salir el sol para buenos y malos y nunca se cansa de tener misericordia de todos. Cristo nos ha dado el mandato de ser misericordiosos, como nuestro padre es misericordioso.

¿Por qué perdonar siempre y de todo corazón?, el rencor es un veneno que roba la paz y mata el alma. Nadie está libre de heridas como consecuencia de frustraciones, decepciones, problemas, ofensas, penas de amor, traiciones…pero todos tienen algún día necesidad de perdonar para restablecer la paz y seguir viviendo juntos, En la celebración de unas bodas de oro preguntaron a la pareja el secreto de su longevidad conyugal. La esposa respondió: después de una pelea, nunca nos hemos ido a dormir sin pedirnos mutuamente perdón. Vivir con el resentimiento enquistado en el corazón, permanecer aferrados al pasado o vengarnos de una ofensa, mata la paz y no deja florecer la alegría en el corazón. Como dijo Lacordaire: ¿Queréis ser felices un instante?, vengaos. ¿Queréis ser felices siempre?, perdonad. Sólo el perdón puede romper el ciclo infernal de la venganza y crear nuevas formas más sanas de relaciones humanas. El perdón sana, libera y ayuda a crecer. + Pedro Pablo Elizondo Cárdenas, L. C. Obispo de Cancún-Chetumal.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

error: Contenido Protegido