Cancún, Quintana Roo.– “Te bendigo Padre porque has revelado estas cosas a la gente sencilla”. La revelación del Padre a la gente sencilla, es un don gratuito, Sólo el Padre revela quien es el hijo y sólo el Padre revela quien es el Padre.
Sólo el Padre revela su amor a los humildes y sencillos y se lo esconde a los sabios y entendidos. Es un don y un regalo gratuito del amor del Padre pero requiere ciertas actitudes de nuestra parte: sencillez, apertura de corazón, humildad, capacidad de escucha.
Tan importante es esa humildad de corazón, que nos pide expresamente que aprendamos de él a ser mansos y humildes de corazón. Si queremos tener una iglesia sinodal lo primero que debemos aprender es a escucharnos con paciencia y con humildad.
“Vengan a mí los que están cansados y agobiados”. Todos estamos cansados y agobiados por alguna pena, herida, dolor o problema que nos angustia, que nos aqueja y que cargamos a veces por mucho tiempo. Algunos desde pequeños arrastran algún trauma, otros quizá un amargo resentimiento, en otras ocasiones será una decepción, un desamor, una sensación de desamparo y soledad o la pérdida de un ser querido, d un amor, de una amistad, o la angustia de algún problema sin poder resolver.
El agobio nos alcanza a todos tarde o temprano. Pero Cristo nos sale al paso y nos dice: vengan a mí, yo los voy a consolar, yo los voy a acompañar, yo los voy a sanar. El otro día me encontré con un matrimonio muy triste y angustiado, porque se le había muerto su hijo de año y medio, y aunque lo había bautizado el padre con agua, no le había puesto los óleos. Les dije que ya lo consagrarán y lo entregaran a Dios nuestro Señor, que ya lo dejaran en sus manos, que ya había sido bautizado, ya no tenían porqué preocuparse.
“Y hallarán descanso para sus almas” Para superar la tristeza, el agobio, la angustia, necesitamos poner toda nuestra confianza en el Señor, dejar el problema en sus manos, entregar total y plenamente, entregarle nuestra confianza plena y total. Abandonarnos plenamente a su providencia, avivar la virtud teologal de la esperanza. Dios sabe porque pasan las cosas. Dios saca de los males bienes. Dios es infinitamente sabio, bondadoso y quiere siempre lo mejor para nosotros, no tenemos porque dudar ni desconfiar.
Hay momentos en los que hay que hacer un intenso acto de confianza plena en Dios, sabiendo que nos ama, que nos cuida, que busca lo mejor para nosotros en todo momento aunque a veces no lo comprendamos o no lo experimentemos así. Hay que esperar contra toda esperanza y tener nuestra confianza total, ciega en el amor de Dios, porque sabemos que él nos ama. Si nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él, entonces debemos poner toda nuestra confianza en él. ¡Jesús en ti confío!. + Pedro Pablo Elizondo Cárdenas, L. C. Obispo de Cancún-Chetumal.