Jesús comienza su predicación, con el anuncio de la llegada del Reino. Deja su pueblo de Nazareth y se va a vivir a Cafarnaúm, tierra de Zabulón y Neftalí, Galilea de los paganos. Así se cumple la profecía que dice: “y el pueblo que yacía en tinieblas, vio una gran luz”. 

Anuncia la llegada del Reino, pero también la necesidad de convertirse para poder acoger ese Reino. Es un Reino de luz y de paz que requiere la apertura del corazón para poder inundarlo de esa luz y de esa paz que sólo Dios puede dar. Es un Reino de santidad en el que Dios actúa gratuita y eficazmente si lo dejamos que nos santifique. Es un Reino de amor divino derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado. Es un Reino de gracia cuando no dejamos que la gracia sea estéril en nosotros. Es un Reino de crecimiento en la fe, mientras no descuidemos alimentarla, cuidarla y cultivarla.

El Reino de Dios, padece violencia. Preparamos la venida del Reino con la conversión de nuestro corazón y hacemos que el Reino avance luchando contra los obstáculos que se le oponen. “El Reino de los cielos padece violencia y solo los esforzados lo conquistan”. La llegada del Reino requiere conversión y oración. “Venga a nosotros tu Reino”. No basta anhelar vagamente o pedir tibiamente su venida, es necesario ponerlo como primera prioridad. Es necesario buscar primero el Reino de Dios y su justicia y dejar de lado todas las demás preocupaciones materiales. El Reino es el tesoro escondido que un hombre encuentra en un campo, va y vende todo lo que tiene y compra el campo. El Reino de los cielos es una perla preciosa, que cuando el mercader la encuentra vende todas sus perlas y compra aquella perla preciosa.  

Porque Él tiene que reinar. El príncipe de este mundo se empeña en dominarlo y controlarlo, pero Cristo viene para echarlo fuera de este mundo, porque Cristo es el Rey de reyes y Señor de señores, juez de vivos y muertos y Él tiene que Reinar. Vencerá a los principados, potestades y dominaciones de este mundo tenebroso y cuando haya vencido a todos sus enemigos, entregará su Reino a su Padre, porque Él tiene que reinar y entonces sí, Dios lo será todo en todos, es el mensaje dominical de monseñor Pedro Pablo Elizondo Cárdenas. L. C. Obispo de la Diócesis Cancún-Chetumal. 

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