Por LETICIA MARTÍNEZ HERNÁNDEZ

Está en un tatuaje, en el dije de la cadena, guardada en el monedero, pintada
en la pared, venerada en un cuadrito encima del escaparate, empotrada en el portal
o en el techo de cualquier casa. La Virgen de la Caridad del Cobre, o simplemente
Cachita, habita de tantas maneras en Cuba, que resulta extraño el día que pasa y no
se es testigo de su protectora presencia. Fieles o no, la nombran Patrona de Cuba y
por eso su celebración, el 8 de septiembre, no pasa nunca inadvertida. Con su
descubrimiento, en 1612, en las aguas de la bahía de Nipe, comenzó la devoción de
los cubanos hacia ella que, como madre, los ampara.

Uno de sus halladores, Juan Moreno, el negrito de la Virgen, al que le acompañaban
dos hermanos indígenas, contó a sus 85 años: “habiendo ranchado en cayo Francés
que está en medio de la Bahía de Nipe para con buen tiempo ir a la salina, estando
una mañana la mar calma salieron de dicho cayo antes de salir el sol, los dichos Juan
y Rodrigo de Hoyos y este declarante, embarcados en una canoa para dicha salina, y
apartados de dicho cayo Francés vieron una cosa blanca sobre la espuma del agua,
que no distinguieron lo que podía ser, y acercándose más les pareció pájaro y ramas
secas. Dijeron dichos indios parece una niña, y en estos discursos, llegados,
reconocieron y vieron la imagen de Nuestra Señora la Virgen Santísima con el Niño
Jesús en los brazos sobre una tablita pequeña, y en dicha tablita unas letras grandes
las cuales leyó dicho Rodrigo de Hoyos, y decían: Yo soy la Virgen de la Caridad, y
siendo sus vestiduras de ropaje, se admiraron que no estaban mojadas”.

Desde entonces la Virgen Mambisa, como también se le conoce, ha acompañado a
los isleños, en buenas y malas, desde la plegaria más sencilla, hasta la celebración
más encumbrada, desde el pedido más íntimo hasta el rezo más público. Cuentan
que los mambises de nuestras guerras la tenían como protectora. Se sabe, por
ejemplo, que Carlos Manuel de Céspedes, al entrar en Bayamo con las fuerzas
liberadoras, pidió hacer una solemne misa en honor a la Virgen de la Caridad,
poniendo bajo su cuidado al ejército revolucionario.

Según escribió Don Fernando Ortiz en su libro “La Virgen de la Caridad del Cobre.
Historia y etnografía”, otro cubano respetuoso de ella fue Fermín Valdés Domínguez,
el amigo entrañable del Apóstol, para quien la Virgen “merece todo mi respeto
porque fue un símbolo en nuestra guerra gloriosa”. Contaba que su madre le decía:
“Lleva, hijo mío, tu medalla al cuello y no le temas a las balas de los españoles…; esa
medalla los asusta, ella es la voz de la justicia que los manda, como réprobos, al
infierno”. Y en el presidio “me secaba amorosa y altiva el sudor de mi frente; y
quería curar con sus lágrimas las úlceras de mis pies, y arrancar con sus manos mis
grilletes, entonces su plegaria era un grito de dolor: ¡Virgen de la Caridad, que
triunfemos!”.

Se sabe, también, sobre el escapulario de la Virgen que Antonio Maceo llevaba en el
cuello; o de aquella copla de la Guerra de los Diez Años que decía: “Virgen de la
Caridad, Patrona de los cubanos, Con el machete en la manoy pedimos la
libertad”.

Precisamente fueron los héroes de la manigua cubana quienes escribieron una carta
al Papa Benedicto XV, fechada en el Santuario del Cobre el 24 de septiembre de 1915
y firmada por doscientos generales, oficiales y soldados, para solicitarle que se
declarara a la Virgen de la Caridad del Cobre como Patrona de la República de Cuba.
El Sumo Pontífice accedió a la petición y el 10 de mayo de 1916 firmó el decreto de
su proclamación.

Justo a cien años de esas letras, el Papa Francisco estará visitando el Santuario del
Cobre. Sobre el hecho escribieron los obispos de la Iglesia Católica de Cuba en su
mensaje con motivo de la próxima visita pastoral: “A la Virgen de la Caridad, Madre
de Cuba, y a quien también invocamos como “Reina y Madre de misericordia”, le
suplicamos su cuidado maternal sobre esta tan deseada visita. Coincidirá que el Papa
Francisco visitará su Santuario del Cobre en la misma semana en la que se cumplirán
cien años de que los mambises de las guerras por la independencia de nuestra Patria.
escribieran al Papa pidiéndole que la declarara Patrona de Cuba”. Antes pedían en su
escrito: “Ella, que ha acompañado a nuestro pueblo en las buenas y en las malas,
consiga del cielo una gran bendición para Cuba y sus hijos, estén donde estén,
piensen como piensen y crean como crean”.

Recordemos que poco más de tres años atrás, el 26 de marzo del 2012, también llegó
a esta Isla, como “Peregrino de la Caridad”, el Papa Benedicto XVI. Entonces la Virgen
Mambisa había recorrido más de 30 mil kilómetros a todo lo largo y ancho del
territorio nacional, convocando a su paso a millones de cubanos. Apenas a tres horas
de su arribo a la ciudad de Santiago, Su Santidad ofició una misa en la Plaza Antonio
Maceo y al final de la eucaristía entregó a la imagen de la Virgen de la Caridad del
Cobre la “Rosa de Oro”, creada por el Papa León IX en 1049 para distinguir a
personalidades católicas, instituciones y símbolos de esta religión.
Luego, como había prometido, siguiendo la estela de tantos peregrinos a lo largo de
los siglos, acudió al Santuario del Cobre a postrarse a los pies de la Madre de Dios,
“para agradecerle sus desvelos por todos sus hijos cubanos y pedirle su intercesión
para que guíe los destinos de esta amada Nación por los caminos de la justicia, la
paz, la libertad y la reconciliación”.

En menos de dos décadas tres Papas han mostrado su devoción por la Cachita de
Cuba. También Juan Pablo II, el 24 de enero de 1998, coronó y bendijo su imagen
durante la tercera misa en Santiago de Cuba. Entonces dijo: “La historia cubana está
jalonada de maravillosas muestras de amor a su Patrona, a cuyos pies las figuras de
los humildes nativos, dos indios y un moreno, simbolizan la rica pluralidad de este
pueblo. El Cobre, donde está su Santuario, fue el primer lugar de Cuba donde se
conquistó la libertad para los esclavos”.
Y exhortó luego: “no olviden nunca los grandes acontecimientos relacionados con su
Reina y Madre. Con el dosel del altar familiar, Céspedes confeccionó la bandera
cubana y fue a postrarse a los pies de la Virgen antes de iniciar la lucha por la
libertad. Los valientes soldados cubanos, los mambises, llevaban sobre su pecho la
medalla y la «medida» de su bendita imagen”.
Entonces envió un saludo a “los hijos de Cuba que en cualquier parte del mundo
veneran a la Virgen de la Caridad; junto con todos sus hermanos que viven en esta
hermosa tierra, los pongo bajo su maternal protección, pidiéndole a Ella, Madre
amorosa de todos, que reúna a sus hijos por medio de la reconciliación y la
fraternidad”.

Que haya sido ella compañera del pueblo libertador; que haya sido reclamado su
patrocinio por un grupo de Generales del Ejército Libertador ─ decía Eusebio Leal ─
tiene una serie de simbologías; los símbolos juegan un papel importante en la
historia, son una expresión de la poesía y sin la poesía no se pueden explicar los
misterios. En medio de esos “misterios” estarán celebrando millones de cubanos a la
Virgen este septiembre, porque amén de las religiones y la concepción que del
mundo cada cual tenga, ella es genuinamente nuestra.

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