Cancún, Quintana Roo.— Al Espíritu Santo se le recuerda con gratitud como un regalo de Dios que llena la vida de la comunidad de su alegría, indicó Monseñor Pedro Pablo Elizondo Cárdenas, en Cancún.

Este fin de semana durante su visita pastoral a la parroquia María, Madre del Santísimo Sacramento, donde administró el Sacramento de la Confirmación, a jóvenes que tomaron la catequesis.

En su mensaje dominical Monseñor Pedro Pablo Elizondo Cárdenas, explicó la parábola sobre el juez injusto que no temía a Dios ni respetaba a los hombres y la insistencia de la viuda que le pedía justicia contra su adversario.

Insistencia que logró sensibilizar al mal juez,.para que hiciera justicia y dejará así

molestar, un cuestionamiento que lleva a profundizar, ¿Creen acaso que Dios no hará justicia a sus elegidos cuando claman a Él?.

Es necesario orar siempre sin desfallecer porque Dios oye siempre el clamor de su pueblo, cansarse de orar, es necesario pedir la ayuda de Dios, y además de dar gracias y bendecir por todas sus bendiciones que a diario concede a quien clama. Antes de pedir recordó dar gracias, para que el corazón de Dios se conmueva con la nobleza de cada corazón.

Antes de quejarse de no recibir su respuesta, hay que reflexionar si lo que se pide es la voluntad de Dios y si lo es como Dios quiere que se pida.

La insistencia y perseverancia en la oración son signos de la fe y de la confianza en el. Sólo el que cree y confía en Dios no se cansa de pedir. Por eso la primera petición de la oración debería ser: ¡Señor auméntanos la fe!

Otro requisito de una buena oración, es la pureza y sinceridad de corazón, abrir el corazón de par en par para escuchar a Dios y hablar con Él. La conciencia de la vulnerabilidad, debilidad y de pequeñez ayuda mucho a entrar en oración, por lo que se requiere del silencio para escuchar su voz quedita y suave que habla a través de la conciencia.

Los frutos de la oración son patentes: la paz, seguridad y certeza interior; alegría, amor y fortaleza en medio de las dificultades. Paradójicamente en la oración cuando sé es débil es cuando sé es mas fuerte; sentirse vulnerable para resistir y ser invencible, es reconocer los pecados, confesarse, recuperar la paz y la quietud del alma. Para vigilar y orar para no caer en la tentación, es necesario orar siempre sin desfallecer y recibir una y otra vez la luz y la fuerza del Espíritu Santo que permite avanzar en el camino de la voluntad divina, por lo que como cristianos se debe orar y siempre sin desfallecer, concluyó Monseñor Pedro Pablo Elizondo Cárdenas. L. C.

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