Además de las festividades de los tres arcángeles, la Iglesia, por disposición del
papa Clemente X, celebra el 2 de octubre de cada año, la fiesta de los Ángeles de
la Guarda.
La verdad sobre la existencia de los santos ángeles quedó definida por la doctrina
que nos habla de tan consoladora realidad (Cf. Dz 428 y 783) y está contenida
claramente en la Sagrada Escritura.
Etimológicamente, «ángel» significa «mensajero» de Dios. Esa es la que
desempeñan esos seres, servidores del Señor, según lo confirma plenamente la
lectura de la Biblia.

Los santos Padres de la Iglesia agradecieron a Dios el regalo de los ángeles, que
ayudan al hombre, debilitado por el pecado original.
Influyen sobre los sentidos y la imaginación del hombre para que siga la voz de su
con-ciencia y para que los cristianos podamos cumplir con nuestras promesas
bautismales y demás compromisos particulares.
Desde luego, no limitan la libertad del hombre, ya que éste puede resistir al
llamado mismo de la gracia.

La teología medieval y, sobre todo santo Tomás de Aquino, dedicaron tratados
muy profundos sobre la existencia de los diferentes grados jerárquicos de los
ángeles, sus funciones y sus rasgos, tal como se mencionan también en los
prefacios de la sagrada liturgia.
La misma liturgia dedica una misa votiva al culto de los santos ángeles, en la que
se nos regala una rica exposición de textos bíblicos, sobre estos celestiales
amigos nuestros.
Los ángeles cuidan y protegen a los niños y a los jóvenes, actualmente
amenazados en su inocencia por la corrupción de las costumbres y de los medios
de comunicación.

El demonio trata dé pervertir las dos facultades más importantes del ser humano,
en las que radica también su dignidad de haber sido hecho a imagen de Dios: la
inteligencia para conocer la verdad y la voluntad, para amar a Dios y al prójimo.
La inteligencia se pervierte por la influencia de doctrinas que niegan a Dios y la
voluntad sufre el asedio de las malas costumbres y las manipulaciones que
impulsan a odiar y matar.
El santo Ángel de la Guarda protege principalmente estas maravillosas facultades
del hombre.

En la última lucha del moribundo, la Iglesia todavía invoca la protección de los
ángeles para que el bautizado pueda vencer al demonio y llegar a Cristo, que es la
luz que no se apaga.
Aún queda una gran tarea para el arte cristiano: la digna representación del ángel.

Los últimos siglos deformaron demasiado la majestuosa imagen del fiel amigo que
Dios nos ha dado.
Santo Tomás de Aquino dice: «Los ángeles miran más lejos que todos los profetas
y videntes. El mismo universo es la medida de su ser».

ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que con amorosa providencia has enviado a tus santos ángeles para
que nos guarden, concédenos experimentar su protección aquí en la tierra y
disfrutar, junto con ellos, la felicidad del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo…
Amén.

«Hay que saber que el nombre de ‘ángel’ designa la función, no el ser, del que lo
lleva. En efecto, aquellos santos espíritus de la patria celestial son siempre
espíritus, pero no siempre pueden ser llamados ángeles, ya que solamente lo son
cuando ejercen su oficio de mensajeros. Los que trasmiten mensajes de menor
importancia se llaman ángeles, los que anuncian cosas de gran trascendencia se
llaman arcángeles». San Gregorio Magno: Homilía 34, 8-9: PL. 76, 1250-1251.
«El honor que les tributamos a los que fueron fieles, redunda en tu propia gloria y
excelencia; pues, si es digna de elogio la creatura, inmensamente más digno de él
es su creador. Por Cristo nuestro Señor». Prefacio de los Ángeles.

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