Como te das cuenta, al rezar el Padrenuestro, le pides mucha ayuda a Dios que
seguramente Él te va a dar y al mismo tiempo te comprometes a vivir como hijo de
Dios.
Esta oración es de gran confianza, como niños pequeños, que hablan con su
Padre. Jesús la pronunció a sus amigos los apóstoles, cuando ellos le pidieron
que les enseñara a orar.
Como dice el Evangelio, hay que entrar en lo más profundo de nosotros, podemos
cerrar los ojos y concentrarnos en lo que vamos diciendo, en voz alta o en silencio.
“Padre Nuestro que estás en el Cielo…”
Luego le hacemos 7 peticiones:
- Santificado sea tu nombre:
Aunque Dios es el que santifica le pedimos que podamos también nosotros darle
ese honor y decir siempre con mucha devoción y respeto el nombre de Dios. - Venga a nosotros Tu Reino.
Un día llegará el Reino de Dios en todo su esplendor, pero antes pedimos con
mucha confianza que llegue primero a nuestro corazón, que Dios se sienta muy
contento de nosotros. - Hágase tu voluntad en la tierra como en el Cielo.
Un día llegaremos al Cielo, pero antes en la tierra queremos hacer la voluntad de
Dios. ¿Y cómo sabremos cuál es su voluntad? Primero portarnos bien, eso le
gusta a Dios y hacer todas las cosas buenas que sobre todo nuestros padres nos
van diciendo. - Danos hoy nuestro pan de cada día.
El pan de cada día, es todo, no solo el alimento, somos carne que vive, también
tenemos una alma y unos pensamientos. Entonces tenemos que pedirle a Dios
que nos dé todo para estar bien. - Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos
ofenden.
Pues ésta es una de las peticiones que nos llevan a la felicidad con Dios, porque
si Él nos perdona a nosotros ¿por qué no podemos perdonar los pequeños
disgustos que tenemos con nuestra familia, compañeros de escuela, trabajo y
amigos? Claro que cuesta, por eso también le pedimos a Dios con sencillez que
podamos perdonar, como Él nos ha perdonado siempre. - No nos dejes caer en la tentación.
Hay muchas tentaciones, quizás con pensamientos o querer males a los demás.
Siempre podremos cuidar y saber si esto es bueno preguntándonos:
¿Esto que pienso o quiero hacer, le gustará a Dios? O también: ¿Cómo haría
Jesús esto?
Si ya hemos hecho la Primera Comunión, pues hay que ir muchas veces a los
Sacramentos de la Eucaristía, en especial el de Confesión para así fortalecer
nuestra alma y que sea está sea más resistente a las tentaciones.
Claro, insistir y pedir a Dios. - Y líbranos del mal.
En esta última petición, debemos tener confianza en que Jesús siempre nos va a
ayudar, ya que Él dijo: “No te pido que los saques del mundo sino que los libres
del maligno” (1 Jn. 17, 5). Entonces si Jesús nos ayuda, podemos estar seguros
que ni el maligno ni los males van a poder vencernos, porque Jesús ya los venció
en la Cruz.
Amén.
Creemos y aceptamos todo esto.
Por: María del Rayo