El reto de la Asamblea Sinodal, es enfrentar los desafíos que enfrenta la Iglesia, en busca de coordinar los trabajos realizados a nivel decanatal, en las comisiones y dimensiones, dividida en sus etapas de preparación, realización y conclusión, en reunión de coordinadores de movimientos, apostolados, comisionados y laicos de los consejos parroquiales en la Catedral de la Santa Cruz y Santísima Trinidad en Cancún.
Konaté Hernández
Cancún, Quintana Roo. – Se analizarán los núcleos temáticos que la comisión de preparación y secretaría trabajaron, en busca de los resultados derivados de las encuestas, indicó el padre Mario González Suárez, Vocero de la Diócesis y Vicario de Pastoral.
La Asamblea Sinodal, busca las líneas de acción que presentan las propuestas y poder enfrentar los desafíos que se presentan en la Iglesia Particular, dijo.
Para decir lo que se deba y señalar lo que deba señalarse, se requiere quitar el miedo de los corazones, y poder de esta manera trabajar con sinceridad, a nivel decanato, como en las comisiones y dimensiones. Una labor titánica que tiene líneas de acción en base a los desafíos que se conocen por la etapa preparatoria, en base a las cuales se pondrán las líneas en concreto, que deberán realizar desde el obispo, sacerdotes hasta los laicos que forman el pueblo de Dios en esta Diócesis de Cancún Chetumal.
Las líneas de acción surgieron de las encuestas, como por ejemplo la falta formación, cuya propuesta podrían ser los Cursos Bíblicos, como instrumento de trabajo a realizar en el decanato y en las comisiones y dimensiones, para descubrir las necesidades de la Diócesis de acuerdo a los resultados de las encuestas realizadas casa por casa, a los resultados arrojados por la asamblea sinodal parroquial, de la encuesta a sacerdotes, a los de vida consagrada, al gobierno de la diócesis, al Consejo Presbiteral, a la Curia Diocesana y en los encuentros con los decanos, de donde surgió una larga lista de temas que por el tiempo solo se lograron sacar adelante las de mayor relevancia, para ser tratadas en el Sínodo.
El Espíritu Santo: vínculo de Cristo con la Iglesia
La víspera de la Solemnidad de Pentecostés, Monseñor Pedro Pablo Elizondo Cárdenas, indicó es el Espíritu Santo quien enciende los corazones para compartir la luz de la verdad e iluminar la mente, fortalecer la voluntad y perseverar, cumplir la Palabra de Dios y sacar a quienes caminan en tinieblas, el error, tristeza, zozobra, el pecado y la muerte.
Cumplir la misión requiere recibir el soplo y la fuerza del Paráclito que capacita a llevar adelante la misión que el Señor nos confía, sin esta ayuda es imposible dar continuidad a su obra, ni siquiera se puede proclamar a Jesús como el Señor, ni se puede ser buenos discípulos ni misioneros.
Al Espíritu se le representa como una paloma, como un el don del cielo, que procede de de lo alto, para capacitar y lograr la conexión con Dios; es la llama que arde en lengüetas de fuego posadas sobre la cabeza de los apóstoles, fuego en forma de luz que ilumina el camino, que da calor, que calienta los corazones fríos, duros y alejado de Dios, es fuego, que quemar lo malo de la persona para dejar espacio a la gracia divina, reconocer la verdad y distinguir el bien del mal. El Espíritu Santo es el aliento que como el oxígeno entra en la sangre la purifica, da vida y llega a los órganos del cuerpo para vigorizarlos, fortalecerlos y hacer del hombre instrumento poderoso para ayudar a la gente del mundo.
El Espíritu Santo no tiene un Evangelio propio, porque su labor es recordar la enseñanza de Jesús, es como el agua que riega, nutre y hace crecer, que actúa en la Iglesia y en la vida con poder para eliminar lo que estorba en el alma y dar continuidad a la obra de Cristo en medio de los cambios, del tiempo y de las circunstancias. La Iglesia ha cambiado en muchos aspectos externos, pero el alma le da continuidad y autenticidad a la Iglesia que Jesús fundó y que guía en el camino de la voluntad de Dios, el Espíritu permanece como vínculo con Cristo y con su Iglesia.