Por Silvia del Valle

El domingo de la Ascensión se celebra cada año la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales (JMCS) donde el Papa nos da un tema a reflexionar para que nuestra comunicación sea óptima. 

Este año habla de «Escuchar con los oídos del corazón».

Este tema es útil no solo a los que nos dedicamos a la comunicación social, sino a todos porque todos comunicamos en todo momento, es por esto que debemos leer el documento, que es muy corto y concreto; y después debemos buscar ponerlo en práctica en nuestra familia, comunidad, parroquia, etc. 

En la familia nos puede ser de mucha utilidad ya que la comunicación es la bese de las buenas relaciones y armonía familiar, además de que es básica para conocernos y comprendernos mejor, por eso aquí de dejo 5Tips para escuchar con los oídos del corazón, que en esta ocasión están basados en el mensaje del Papa Francisco.

PRIMERO. Escucha, acoge y responde.

Para lograr un diálogo debemos pasar por estos tres momentos y en ese orden estricto. 

Primero debemos escuchar el mensaje completo para después acogerlo en nuestro corazón y así poder dar una respuesta adecuada, de otra forma sólo estaremos » dando el avión”.

La Escucha requiere la disposición completa de nuestro ser para poner atención a lo que el otro me dice, es decir, requiere salir del «yo» para ir «tú».

Éste es el proceso básico del diálogo, base de cualquier comunicación. De otra forma solamente tendremos dos monólogos paralelos, es decir, dos historias que jamás serán escuchadas y acogidas por el otro.

Pero debemos escuchar no solamente las palabras, sino aprender a entender el lenguaje no verbal, las actitudes, los sentimientos, los gestos y hasta el silencio, porque con ellos también se comunica.

En la familia es básico tener la capacidad de escuchar a cada miembro, acoger su mensaje, es decir, hacer empatía con él y después buscar la respuesta más adecuada para solucionar su necesidad.

Es bueno que también educamos a nuestros hijos en el arte de escuchar, lo más pronto posible, así estaremos propiciando la cultura de la Escucha en familia.

SEGUNDO. Primero escucharte a ti mismo.

Nadie da lo que no tiene, por eso debemos primero aprender a escucharnos a nosotros mismos. Nuestro cuerpo nos da mensajes claros y concretos y nosotros pocas veces lo escuchamos.

Un dolor de cabeza o de estómago nos puede dar la pauta de qué es tiempo de descansar, un dolor de espalda nos puede decir que debemos tener más actividad. No cabe duda que nuestro cuerpo nos habla y nosotros debemos entrenarnos para escucharlo.

Cuando nos sentimos tristes, solos, deprimidos o con ganas de llorar, también debemos escucharnos y hacer un alto en el camino para revisar qué es lo que nos sucede.

Pero yendo más allá, nuestro espíritu también nos habla, muchas veces nos hace sentir nostalgia de Dios, necesidad de oración y pocas veces le hacemos caso por miedo al silencio sin darnos cuenta que es en el silencio cuando Dios nos habla y nosotros debemos aprender a escucharlo también a él.

Esto debemos compartirlo con nuestros hijos, para que ellos también aprendan a escucharse a sí mismos desde temprana edad, es decir que aprendan a conocerse y a saber cuáles son sus necesidades para dar respuesta pronta a sus propias necesidades. 

Debemos estar conscientes de qué es un proceso, que vamos poco a poco, que debemos entrenar tanto el oído externo, como nuestro oído interno para saber escucharnos y escuchar a los demás.

TERCERO. Presta atención a la forma que escuchas.

Como ya hemos dicho, la Escucha requiere una actitud completa, es decir, disponernos para escuchar al otro; dejando de lado lo que nos distrae, lo que nos preocupa, lo que nos aleja de la persona que tenemos enfrente.

También es necesario escuchar sin prejuicios, sin suposiciones, abiertos a que el otro nos dé su panorama, su punto de vista y así hacer un juicio desde el corazón para después dar una respuesta desde el corazón.

Debo decir que las formas externas son muy importantes por lo que no podemos escuchar sin ver a los ojos a la otra persona, si es que la tenemos enfrente, tampoco podemos escuchar viendo el celular o contestando mensajes porque no estamos poniendo toda nuestra atención.

Los temas más importantes, debemos tratarlos en persona ya que la distancia puede generar que los mensajes por escrito sacan de contexto la comunicación y provoquen confusiones.

CUARTO. Cada uno debe estar pronto a escuchar pero ser lento para hablar.

Dios es sabio y no se ha hecho de manera perfecta, no se adaptado de dos oídos para escuchar y solo una boca para hablar.

Escuchar antes que hablar no es fácil, pero debemos intentarlo ya que así tendremos más elementos para dar una respuesta adecuada a lo que el otro necesita y no lo que creemos que necesita.

Es triste ver que en muchas ocasiones solamente estamos esperando a que el otro se calle para arrebatarle la palabra y dar nuestra opinión aún sin argumentos de peso.

La caridad también aplica aquí, escuchar el mensaje completo es un acto de caridad, es decir de amor por la otra persona ya que nos interesamos en sus cosas y prestamos oído a todo lo que trae en el corazón. De esta forma verdaderamente podemos ayudar.

Es importante educar a nuestros hijos para que sepan escuchar y que tengan la capacidad de esperar a que el otro termine para responder. Y mientras más temprano lo hagamos, mejor, así lo verán como lo más normal, pues se volverá un estilo de vida familiar.

Y QUINTO. La escucha requiere siempre la virtud de la paciencia.

En la actualidad esta virtud se ha perdido casi por completo, porque las nuevas generaciones ya no la conocen, son impacientes, viven deprisa, buscan la inmediatez y quieren respuestas prontas; quizá por la influencia de los medios de comunicación y las redes sociales que les presentan todo lo que sucede a su alrededor, minuto a minuto, en tiempo real.

Un ejemplo muy concreto es que en redes sociales, nuestros hijos no terminan de leer el mensaje completo cuando ya están dando una respuesta sin fijarse si es adecuada o está en el contexto correcto. El chiste es ser el primero en contestar.

Contrario a esto, la verdadera Escucha requiere de paciencia, más paz que ciencia, ya que en muchas ocasiones debemos reprimir el deseo de hablar para propiciar el espacio para que la otra persona externé todo lo que tiene dentro.

La Escucha es un arte y como tal debe irse cultivando poco a poco. Y así ir generando la cultura en nuestros hijos para que, a pesar de pertenecer a una generación que no tiene paciencia, sean capaces de escuchar pacientemente, por voluntad y por amor.

Sé que lo hemos dicho muchas veces, pero también aquí se requiere de nuestro testimonio. Nuestros hijos aprenderán a escuchar siendo escuchados por nosotros con paciencia y con amor.

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