La renovación del mundo ha de empezar por la renovación de cada hombre, de ahí que una auténtica evangelización provoca un cambio real en la manera de pensar, de sentir, actuar y suscita hombres nuevos.

Cancún, Quintana Roo. – El misionero y todo agente de evangelización deben ser personas sin complejos y tener un corazón valiente para superar cualquier adversidad que se presente en la misión encomendada por el Señor.

Los obstáculos y las críticas no deben detener el avance de la Palabra. Los miedosos y cobardes obstruyen todo proceso de evangelización.

La FALTA DE CONVICCIÓN es rechazada por el mismo Señor, que dijo –si alguno se avergüenza de mí y de mi mensaje, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga con su gloria– (Lc. 9, 26).

La valentía de anunciar el Evangelio es una virtud indispensable en estos COMPLEJOS TIEMPOS para comunicar la verdad. El cristiano debe afianzarse en la fe y tener presente las palabras del ángel Gabriel a la Virgen María.

El Evangelio conduce al hombre a alcanzar la salvación ofrecida por Cristo mediante la fe. Es necesario puntualizar aquí dos aspectos: no hay salvación sin fe, ni fe sin Evangelio. La predicación es lo que suscita la fe en el hombre.

Hoy, ante una situación mundial que está llevando al debilitamiento o a la pérdida de la fe de los creyentes, el Anuncio de la Buena Nueva se hace más apremiante. La Iglesia necesita multiplicar los agentes de evangelización, llámense sacerdotes, religiosos o laicos, para poder hacer frente a toda la avalancha de materialismo, consumismo, hedonismo que cae sobre el hombre, y para contrarrestar toda una cultura de la muerte, llena de antivalores y ateísmo. Ante esta situación de sufrimientos y ansias de liberación, la única solución es EVANGELIZAR. (Romanos 1, 17).

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