P. Héctor Galván L.C.
Jesucristo, nuestro Salvador enviado por Dios, predicaba el arrepentimiento del pecado y curaba todo mal del alma y del cuerpo, De Él dirá el apóstol; pasó haciendo el bien” Los fariseos, cuyo significado indica hipocresía y división, criticaban a Cristo por acoger y frecuentar a los pecadores. Dios quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad, por eso nos dejó una parábola que encierra todo su amor a todos y su paternidad divina.
“Un hombre tenía dos hijos”, tú y los demás. ¿Cuál de los dos se parece a ti? El hijo que pide su herencia al Padre para irse a disfrutar de los placeres que da el dinero. Para eso se aleja de la casa del Padre. Pasó el tiempo y con ello se agotó su cartera. Siempre tras la abundancia viene la escases y los amigos desaparecen. Cuando ese hijo pierde todo lo material, comienza a encontrar lo espiritual y verdadero. La certeza de que en la casa paterna hay pan. La verdad de su egoísmo ante la bondad de su padre. La conversión es regresar a la casa paterna con arrepentimiento. “Ya no merezco ser hijo tuyo, pero quiero trabajar en tu casa como un siervo.
El regreso del hijo llena de gozo el corazón del padre que organiza una gran fiesta por el hijo en casa. Estaba muerto y lo hemos recuperado con vida.
El otro hijo volviendo del trabajo, el cumplidor, al oír la música y la fiesta, pregunta el motivo de tanta alegría. El padre lo ve y le invita a participar en el banquete. “Tu hermano ha regresado con vida” Se negó a entrar y reprocha a su padre que a él no le ha dado un cabrito para comerlo con sus amigos, mientras que siempre ha sido buen trabajador. Se compara con el hermano menor. Es el cumplidor sin corazón.
El padre ante todo es padre, que sufrió con el alejamiento del hijo menor y ahora lo recuperó vivo y arrepentido. El Padre es Dios Creador, que ama como padre a todos. Dios es ante todo padre, cuyo gozo es la vida, alegría y fraternidad de todos sus hijos amados.