Obispos en comunión con el Romano Pontífice participaron de la consagración a Rusia, Ucrania y de la humanidad al Inmaculado Corazón de María en el marco de la Anunciación de la Santísima Virgen durante la Jornada de Oración por la Paz del mundo este 25 de marzo.

Konaté Hernández

Cancún, Quintana Roo. – En respuesta al llamado del Papa Francisco, Monseñor Pedro Pablo Elizondo Cárdenas convocó a la comunidad a celebrar la Solemnidad de la Anunciación en las parroquias, movimientos y apostolados en la consagración al Inmaculado Corazón de María en la Iglesia Particular.

No es una fórmula mágica, sino un acto espiritual que refleja la plena confianza de los hijos que, en la tribulación de esta guerra cruel e insensata que amenaza al mundo, recurren a la Madre, entregándose totalmente a Ella, fueran las palabras del Papa Francisco.

En los diferentes horarios del mundo y en el caso concreto en las comunidades parroquiales de la Diócesis Cancún Chetumal, la Consagración al Corazón Inmaculado de María y Jornada de Oración por la Paz, se realizó entre 7:00 y 7:30 de la tarde noche en parroquias, capillas, así como en la Catedral de la Santa Cruz y Santísima Trinidad en Cancún.

María Santísima guía al mundo por el camino de la paz

La reflexión del Evangelio de la Solemnidad de la Anunciación del Señor, fue la de invitar a la comunidad hacer suyas las palabras del ángel Gabriel, luego del encuentro con María: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Acercarse a recibir el Sacramento de la Reconciliación en la confesión con la alegría de experimentar la liberación del pecado y no cabizbajo por haber pecado, indicó Monseñor.

Una Consagración que busca la renovación al Inmaculado Corazón de María, a la humanidad, a la Iglesia y de manera especial Rusia, Ucrania, que con afecto filial veneran como Madre de Dios, que con las palabras “que se haga en mí lo que tú dices”, afrontó un largo y tortuoso viaje a la región montañosa para visitar a su prima encinta (cf. Lc 1,39), de ahí la necesidad de que sea Ella tome el rumbo del mundo, en sus manos y guíe por el camino del diálogo, la fraternidad, la paz a través de senderos escarpados y fatigosos.

La presencia de Dios es para tener la certeza de ser perdonados, pues sólo Él, es el único que puede eliminar el mal, desarma el rencor y devolver la paz al corazón, con la fuerza de la sabiduría del Espíritu Santo de Dios, que es el amor que disuelve el odio, apaga el rencor, extingue la avidez y despierta de la indiferencia, que con solo la fuerza humana es imposible lograr.

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