Fuente. Píldoras de fe

Las palabras Cargar con la cruz y negarse a sí mismo ofrecen una gran promesa, el final del camino del cristiano es la vida eterna Cargar con la cruz y negarse a sí mismo ¿Qué significa esto?

 Cargar con la cruz y negarse a sí mismo parecen ser unas palabras muy enigmáticas, pero cargar con la cruz son palabras que debemos comprender desde la óptica del amor de Dios, pues no todos comprenden lo que significa carga con la cruz.

Quizás hayas escuchado a una persona nombrar el «Cargar con la cruz y negarse a sí mismo» en algún lenguaje ¿Pero alguna vez lo has internalizado?

Es importante saber que cargar con la cruz está implícito para tu viaje en esta vida.  Cargar con la cruz y negarse a sí mismo. ¿Qué es exactamente lo que Jesús me pide cuando me dice «cargar con la cruz»? ¿Dónde encuentro mi cruz? ¿Cómo sé si la estoy llevando en esta manera? ¿Cómo es eso de negarse a sí mismo? ¿Se refiere a enfrentar el sufrimiento de una mejor manera?

La proclamación de la Palabra de Dios, exige una coherencia en seguir los pasos de Jesús, abrirnos a su Palabra, tomar nuestra cruz de cada día y seguirle siendo coherente siempre entre lo que decimos y lo que hacemos.

Hoy, Jesús se acerca a cada uno de nosotros y nos pregunta: «¿quién crees que soy yo?, ¿qué piensas de mí?, ¿qué significo para tu vida?» y de nuestros labios y de nuestro corazón, sólo debe existir una respuesta clara y bien definida que debemos confesar en espíritu y verdad: «Tú eres el Hijo del Dios vivo».

Puede ocurrirnos también a nosotros lo mismo que a San Pedro, quien intentó apartar a Jesús de su misión, ¿cómo lo hacemos?, con nuestras acciones poco caritativas, con nuestro mal testimonio de vida que en vez de acercarnos a Dios, nos alejamos de ÉL 1. ¿Quién es Jesús?

En Cesárea de Filipo, al pie del Monte Hermón (2.200 m). Esto es lo más al norte que llegó Jesús en sus travesías. Allí había un templo al emperador César, que lo convertía en dios. Filipo era hijo de Herodes el Grande.

Fue en este ambiente impregnado de la deificación del emperador César, donde Cristo presentó esta encuesta de opinión «¿Quién dice la gente que soy yo?» Los discípulos respondieron: «Unos dicen que Juan el Bautista; otros que Elías; otros que alguno de los profetas» (vv. 27-28) Se ve que la gente pensaba que Jesús no era el Mesías, sino un Gran Hombre, como los grandes de su historia. Pero esto no era por culpa de Jesús, sino por la idea falsa que tenían de lo que debía ser el Mesías.

 Los judíos pensaban que el Mesías, como sucesor de David, sería un militar, que echaría fuera al ejército romano, restableciendo la gloria de Israel y abriendo paso a una edad de oro. Y para ello utilizaría la dominación militar o económica. Pero veían que Jesús no se inclinaba por el poder y la fuerza. Por eso no lo consideraban como Mesías. De todas formas, Jesús quiere aclarar este punto con sus discípulos, y por eso les pregunta de nuevo: «¿Quién dicen ustedes que soy yo?»

Jesús es el Mesías. Pedro se convierte aquí en vocero de los apóstoles, y da la respuesta correcta: «Tú eres el Cristo, el Mesías». (v.29) Mesías significa «ungido»

Los judíos ungían a tres grupos de gente: a sacerdotes, a profetas, y a reyes. Jesús pertenece a cada uno de ellos y trata de explicarles con precisión lo que esto significa. Por eso les dice: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, por los sumos sacerdotes y escribas. Tiene que ser ejecutado y resucitar a los tres días». Esto sí que no entró por la cabeza de Pedro.

 Y tomó aparte a Jesús, y de una forma vehemente trató de convencerle de que ése no era el camino para ser Mesías. En ese momento Jesús le gritó delante de todos: «Quítate de en medio, Satanás, porque no sabes las cosas que son de Dios, sino las que son de los hombres» (v.33b) Aquí, como decimos familiarmente, Pedro metió la pata. Antes había dicho la frase correcta: «Tú eres el Mesías».

Pero ahora Jesús le llama «Satanás». En un abrir y cerrar de ojos, Pedro ha pasado de ser el Alumno Estrella a ser un Tonto.

 ¿Por qué Jesús reacciona tan fuerte contra Pedro? Pedro toca un punto muy sensible para Jesús. La gran tentación en la vida de Jesús fue que no aceptara la cruz, sino que utilizara su carisma para reunir suficiente apoyo político para poder convertirse en lo que las multitudes querían de él. Esta tentación de Pedro debió ser aún más fuerte y peligrosa que las anteriores de Satanás, pues venía precisamente de un amigo, de un hombre bien intencionado, como Pedro, y no del diablo, personificación de la maldad. Y por eso llama a Pedro «Satanás», el Gran Tentador, pues le propone lo más contrario a su verdadera identidad: el no cargar la cruz. Cuando Jesús invita a seguirle, no nos invita a un hotel maravilloso del mar Caribe, nos invita a ponernos en camino, a peregrinar con sufrimientos y alegrías.

 ¿Qué significa cargar la cruz y negarse a sí mismo? Al escribirse este Evangelio, era tiempo de persecuciones en Roma. Los cristianos eran condenados a cargar literalmente las cruces del martirio y allí perdían su vida. Estas palabras de Jesús se refieren directamente a aquella situación. Para salvarse la vida bastaba negar a Cristo. Para muchos cristianos hoy eso todavía es verdad.

 La persecución de cristianos continúa. Más cristianos murieron por su fe en el siglo XX que en el siglo I. La lista de naciones en las que los cristianos son perseguidos hoy de manera rutinaria es larga: China, Corea del Norte, Camboya, Myanmar, Irak, Laos, Vietnam, Indonesia, Timor del Este, India, Pakistán, Afganistán, Egipto, Sudán, Irán, Arabia Saudita, etc, etc.

 Pero las palabras de Jesús ofrecen una gran promesa: El final del camino de un cristiano no es la crucifixión, sino la resurrección. Es como en el deporte.

 ¿Por qué se parece la cruz al deporte? Los partidos de fútbol y béisbol no solo se ganan en el campo de juego, sino antes en el campo de práctica. Para ser glorioso el día del partido, el atleta debe empujarse a si mismo hasta el límite en el campo de práctica. El condicionamiento físico es doloroso y agotador, pero el propósito de la disciplina no es ni el dolor ni el aburrimiento, sino la victoria. Así es también en el campo cristiano.

La disciplina espiritual engendra victoria espiritual. Ciertamente para nosotros es vital reconocer y confesar cada vez y más a fondo a Jesús como el Ungido. Pero no basta llenar nuestra boca con títulos cristológicos admirables. Cargar la cruz por amor. A través de la cruz, Cristo nos compró amor, perdón, libertad y redención. Era hora de llevar todo lo que había experimentado a los demás, y debemos expresar ese mismo amor a todo el mundo.

 La cruz que llevamos cada uno es todo lo que Jesús ha hecho por ti y por mí. Somos contenedores que de la gracia de los preciosos regalos que Dios ha querido enviarnos desde el Cielo. Pablo lo describe de esta manera: «Yo sólo me gloriaré en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí, como yo lo estoy para el mundo». (Gálatas. 6,14)

Oración para saber cargar la cruz.

 Señor mío, te confieso que me siento un poco disminuido al tener que soportar este peso de mi cruz cada día.

 No siento fuerzas, siento que me roba el aliento, me desespero.

Pero te miro, miro como fue el camino que elegiste para mi salvación y me quedo sin habla al reconocer tal entrega de amor.

No puedo ocultarte que me pesa llevar la cruz, pero muy en el fondo te agradezco por haberme permitido llevarla.

 Dame la fuerza y la fe para perseverar y así poder ser esperanza e inspiración para otros que también les cuesta llevar la cruz.

 Gracias por ofrecerme una participación en tu sufrimiento.

Algo glorioso sacarás de todo esto. Sé qué harás de mí una nueva creatura y estarás a mi lado en cada paso del camino.

 Ayúdame a no perderme en mis propias preocupaciones. Que pueda encontrar, a través de esta prueba, el camino para crecer en todas mis virtudes, a reafirmar mi confianza en Ti, solo en Ti.

Yo sé que sentiré cansancio, dolor, sufrimiento y en algunas veces caeré exhausto bajo el peso de mi pesada cruz; pero sé que estarás allí enviándome ángeles a sostenerme y a levantarme cada vez que caiga…

 Quiero abrazar mi cruz por amor, como Tú lo hiciste Señor, me abandono a tu voluntad. Confío en ti.

 Amén.

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