Luis Alberto Silva

“De pronto se levantó en el mar una tempestad tan grande
que la barca quedaba tapada por las olas”.
Mt. 8, 24

El 28 de abril de 1947 un noruego partió desde el puerto peruano llamado “El Callao”, acompañado de cinco tripulantes y un loro, a bordo de una balsa sin motor; en tiempos más recientes, específicamente en diciembre del 2014, dos hombres salieron a bordo de una lancha de fibra de vidrio y con un motor desde el Puerto “Paredón Viejo”, en Chiapas, México. Con esta poca información, ¿cuál de los dos crees que llegó primero a buen puerto?

Aunque un barco a motor es más rápido, en esta ocasión, la balsa sin motor no sólo llegó antes, sino que pasó a la historia como una expedición épica. ¿Por qué?

En el pequeño barco con motor, los dos hombres planeaban estar algunos días pescando para luego regresar, sin embargo, una tormenta los alcanzó y se echó a perder el motor. Sin motor, incomunicados y desorientados, quedaron a la deriva. No estaban preparados para eso.

En la balsa sin motor, cada uno de los hombres era experto en algún área, la balsa fue cuidadosamente construida para aguantar a flote a pesar del oleaje, aprovechar el viento y las corrientes marinas para moverse, además de que iban equipados con brújula y un equipo de radio, que les permitió orientarse y estar comunicados.

¿A qué voy al narrar ambos hechos? A que no es lo mismo estar a la deriva, a la merced del entorno, que navegar hacia un destino, a pesar de las circunstancias.

¿Cuántas personas hoy en día se creen más libres por que hacen más cosas que no deberían, para luego darse cuenta, tarde o temprano, que se volvieron esclavos de sus vicios? Sin una brújula que los oriente, viven a la deriva de sus pasiones.

El psiquiatra español, Enrique Rojas, hace una magnífica descripción de lo que denomina “el hombre light”, que tiene algunas características muy distintivas:

  • Hedonista: lo más importante para él es la búsqueda del placer instantáneo, a costa de lo que sea y de quien sea. El orgasmo es la mayor felicidad a la que aspira.
  • Permisividad: no tiene valores definidos ni límites, para él, todo se vale y está permitido. Percibe lo anterior como una limitación a su libertad.
  • Relativista: para él no existe la diferencia entre el bien y el mal, por tanto, es un ser amoral, un manojo a la deriva de deseos e instintos sin sentido.
  • Consumista: en búsqueda constante de tener más, en medio de una cultura del exceso.
  • Materialista: el dinero es el valor más grande de todos. Es más valioso alguien exitoso, económicamente hablando, que alguien feliz que busca trascender.

Diferente a como se rige el hombre light, la persona madura, es fundamentalmente la que posee una voluntad educada para el amor, una inteligencia que busca la verdad y unos sentimientos forjados para la virtud. Se rige por valores, sabiamente escogidos por su inteligencia y obedecidos por su voluntad, que se dirige hacia un puerto seguro, a pesar de las circunstancias y adversidades. Sus facultades superiores, educan y dirigen sus facultades inferiores.

Como escribió San Pablo en Rom. 8, 6.13-14: “Pues las tendencias de la carne son muerte; más las del espíritu, vida y paz (…) Pues, si vivís según la carne, moriréis. Pero si con el Espíritu hacéis morir las obras del cuerpo, viviréis. En efecto, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios”.

Por cierto, si te preguntas cuál fue el destino de ambas embarcaciones, te diré que uno de los dos tripulantes de la lancha con el motor descompuesto, falleció; del otro, se presume que permaneció 438 días a la deriva en el Pacífico, hasta que fue rescatado en las Islas Marshall. Lo increíble de su historia, es que haya logrado sobrevivir tanto tiempo en un barco tan pequeño.

La balsa sin motor, conocida como Kon Tiki, tras 101 días de navegación, habiendo recorrido casi 7,000 KM desde Perú hasta la Polinesia, demostró así que ciertamente los antiguos habitantes de Perú podrían haber navegado el Océano Pacífico hacia la Polinesia, únicamente aprovechando las corrientes marinas y el viento. Después de semejante proeza la balsa del Kon Tiki se conserva en un museo y ha inspirado a otras embarcaciones similares que han buscado reproducir la hazaña.

LCF Luis Alberto Silva

Consultor Familiar

9981202066

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