La Vida Consagrada

Feb 1, 2022

Jerarquía de la Iglesia. Eclesiología

Vida eremítica, vírgenes consagradas, vida religiosa, institutos seculares y sociedades de vida apostólica.
Por: Germán Sánchez Griese

Todos los católicos estamos llamados al seguimiento de Cristo. Por el bautismo nos hacemos Hijos de Dios, Hermanos de Jesucristo y Templos vivos del Espíritu Santo. Por lo tanto, la vida de los católicos, si quieren ser fieles y coherentes con su bautismo no puede ser la misma que la de una persona no bautizada. La imitación de Cristo será la tarea fundamental en su vida.

Sin embargo, hay personas que, por una invitación especial de Dios, bajo una moción del Espíritu Santo, se proponen seguir más de cerca a Cristo, entregarse a Dios amado por encima de todo y procurar que toda su vida esté al servicio del Reino. Esto es lo que se llama en la Iglesia católica, la vida consagrada.

Las personas que asumen libremente el llamamiento a la vida consagrada viven los así llamados consejos evangélicos por amor al Reino de los cielos. Los consejos evangélicos son la pobreza, la castidad y la obediencia. Se les llama consejos evangélicos porque fueron predicados por Cristo en el evangelio y aparecen como una invitación para seguir más de cerca el camino que Él recorrió en su vida. Si bien todos los católicos estamos llamados a vivir estos tres consejos, la persona consagrada lo hace como una manera de vivir una consagración “más íntima” a Dios, motivado siempre por dar mayor gloria a Dios. La pobreza es el desprendimiento de todo lo creado para utilizarlo de forma que pueda dar mayor gloria a Dios. La castidad es lograr que toda nuestra persona: inteligencia, voluntad, afectos y cuerpo estén dominados por nosotros mismos. Y, por último, la obediencia, es el sometimiento de la voluntad propia a la voluntad de Dios, a través de los superiores legítimos, representantes de Cristo para el alma consagrada.

Las personas consagradas a Dios pueden vivir su consagración de muy diversas formas y así vemos como a lo largo de la historia de la Iglesia, desde las primeras comunidades cristianas en el Asia Menor hasta los florecientes centros urbanos de nuestros días, la vida consagrada asume diversidad de formas. Las hay de aquellos que se dedican a la oración y a la contemplación en un lugar apartado de toda civilización. Hay quienes inmersos en el mundo, viven su consagración entre las más diversas actividades de la vida diaria. Todas estas formas de consagración las podemos agrupar en las siguientes divisiones:

Los Institutos Seculares
Eclesiología. Vida Consagrada

Formados por individuos que viven en el mundo, hacen votos de pobreza, castidad y obediencia y se dedican a obras de apostolado indicadas por el propio instituto.


Una rama más del gran árbol de la vida consagrada. Un esfuerzo por ayudar a la Iglesia en su misión de ser “luz para alumbrar a todas las naciones” (cfr. Lc. 2, 32).

Los institutos seculares están formados por individuos que viven en el mundo, hacen los tres votos de pobreza, castidad y obediencia y se dedican a las obras de apostolado indicadas por el propio instituto.

¿Qué significan las palabras “viven en el mundo”? ¿Es que acaso no todos vivimos en el mundo? Es conveniente explicar que la Iglesia entiende por el mundo toda la serie de actividades propias de una persona laica, es decir, de una persona que no se consagra a Dios dentro de un instituto de vida religiosa.

Estas personas de los institutos seculares pueden vivir en familia, tener una profesión laical, como puede ser la de ingeniero, maestra, secretaria y tantas otras, pero se consagran a Dios mediante los votos de pobreza, castidad y obediencia.

Su misión es muy peculiar pues viviendo como cualquier otra persona del mundo, deben impregnar todas sus actividades de una gran caridad cristiana, imitando a Cristo en todo momento.

El mismo Código de derecho canónico, en el número 714 machaca esta realidad: “Los miembros (de los institutos seculares) han de vivir en las circunstancias ordinarias del mundo, ya solos, ya con su propia familia, ya en grupos de vida fraterna, de acuerdo con sus constituciones”.

No los exime de una vida fraterna en comunidad pero les pide que vivan en el mundo y no en el claustro, en familia o fuera de ella, solos o en grupos de vida fraterna, de manera parecida a los que viven la vida religiosa, pero recalca la necesidad de ser levadura en medio de la sociedad.

Muchos de ellos no llevan ningún distintivo religioso y así viven su consagración a Dios en medio del mundo. Por eso se llaman institutos seculares, ya que la palabra secular se refiere a la persona que viven en el siglo, es decir, a la persona que viven en el mundo.

Los miembros de estos institutos participan de las tareas de evangelización de la Iglesia en el mundo y desde el mundo, donde su presencia, como lo hemos ya anotado, actúa a la manera de un fermento. Su testimonio de vida cristiana debe ayudar a todos los hombres a ordenar las realidades temporales hacia Dios y a penetrar el mundo con la fuerza del Evangelio.

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