«Jesús, María y José siguieron su camino atravesando los pueblos de Egipto y expulsando a los demonios no sólo de los ídolos, sino de cantidad de cuerpos poseídos por ellos, curando a los que estaban gravemente enfermos y en peligro de muerte» (Venerable María de Ágreda)
Los demonios le temen a Jesús, le temen a María, pero ¿sabías que también le temen a San José? Esto es cierto; los demonios le tienen absoluto terror a San José.
Los espíritus malignos se aterrorizan ante San José porque es el único esposo de la Inmaculada y el padre de Jesucristo. San José es la puerta para ir a Jesús y a María. Todo lo que lo toca se convierte en una reliquia. San José libró al Salvador del mundo de las manos de Herodes, pasó décadas en adoración, ejerció la autoridad paternal sobre Jesús, e hizo posible que Jesús y María ofrecieran su sacrificio en el Calvario. Los demonios tienen gran temor a San José. ¡Él es poderoso!
El título «Terror de los Demonios» es el título más singular de San José. Es un título imponente y autoritativo, es el título de un guerrero. El lirio que sostiene San José en su mano es una poderosa arma espiritual, una espada de pureza. Tiene el poder de atravesar dragones lanza fuegos (demonios) y vencer todo tipo de inmundicia y oscuridad. El lirio que empuña es una amenaza para todos los inmundos ejércitos de Satanás.
El espíritu de San José siempre está atento y listo para proteger, defender y luchar por Jesús, María y las almas. Cuando San José se levanta, los demonios saben que de inmediato hará la voluntad de Dios y bloqueará sus malvadas intenciones. Ya sea que San José esté despierto o dormido, todo el infierno tiembla ante el padre y rey de la Sagrada Familia.
«San José, te pido que tú y tu Inmaculada esposa me asistan en la batalla final» (San John Henry Newmann)
El poder de San José es realmente extraordinario. Sólo él ostenta el título de «Terror de los Demonios». Lo que hace tan extraordinario este singular título de San José es que San José no fue ni Papa, ni sacerdote, ni monje ni mártir. San José era laico, y como la mayoría de los laicos era padre y esposo, y es precisamente esa amorosa paternidad lo que de manera particular le otorga a San José un extraordinario poder de intercesión.
«Pronuncia con frecuencia y gran confianza los nombres de Jesús, María y José. Sus nombres traen paz, amor, salud, bendiciones, majestad, gloria, admiración, alegría, felicidad y veneración. Sus santos nombres son una bendición para los ángeles y los hombres, y provocan terror a los demonios. Los cristianos siempre deben tener los nombres de Jesús, María y José en el corazón y los labios» (Beato Bartolo Longo)
La vida de Bartolo Longo nos da más pruebas de que las maravillas de San José son incontables y que al demonio le aterrorizan todas ellas.
La paternidad de San José aterroriza al demonio.
La humildad de San José aterroriza al demonio.
La caridad de San José aterroriza al demonio.
La pobreza de San José aterroriza al demonio.
La pureza de San José aterroriza al demonio.
La obediencia de San José aterroriza al demonio.
El silencio de San José aterroriza al demonio.
El sufrimiento de San José aterroriza al demonio.
La oración de San José aterroriza al demonio.
El nombre de San José aterroriza al demonio.
El sueño de San José aterroriza al demonio.
«San José no sólo fue destinado para ser un alivio a la Madre de Dios que tuvo tantas tribulaciones en la tierra, y no sólo fue el apoyo de Jesucristo, sino que también estaba destinado a cooperar, de alguna forma, en la redención del mundo» (San Alfonso María de Ligorio)
La pureza de San José es un arma en contra de la inmundicia y perversiones del demonio. Satanás es una criatura asquerosa, perversa y pornográfica. La pureza le repulsa, lo perfora.
Actualmente, el pecado número uno entre los hombres es la impureza. Es una plaga espiritual que está destruyendo las mentes y los corazones de los hombres a escala global. La plaga espiritual de la impureza incluye la pornografía, acciones inmorales con uno mismo, actos y estilos de vida homosexuales, pedofilia, cohabitación, anticoncepción y aborto. Estos pecados debilitan al hombre dejándolo espiritualmente impotente.
Los hombres impuros no tienen poder. Los hombres impuros no representan ninguna amenaza para el demonio porque son espiritualmente impotentes. Esto explica por qué tantos hombres contemporáneos no tienen fortaleza para luchar contra la maldad; el demonio no teme a los hombres de esta generación. Satanás no tiene nada que temerle a un hombre que con toda libertad ha decidido permitir que los demonios entren a su vida mediante la lujuria, pornografía, deseos inmorales y todas las demás formas de perversión. Un corazón inmundo enceguece a la persona frente al rostro de Dios. Si los hombres quieren ver a Dios y tener poder sobre la oscuridad, deberán esforzarse por imitar el corazón casto y amoroso de San José.
«Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios» (Mt 5,8)
San José ve el rostro de Dios y tiene poder contra la maldad porque él es puro. Durante su estancia en la tierra, contempló el rostro de Jesús durante décadas, y en el cielo contempla eternamente el Rostro divino, haciendo que su propio rostro radiante deje ciegos a los demonios del infierno.
¡La Iglesia y el mundo necesitan hombres que sean terror de los demonios!, y eso únicamente sucederá cuando los hombres imiten la pureza de San José. Cuando los hombres lo hagan, el mundo será renovado; cuando sacerdotes y obispos lo hagan, la Iglesia será renovada. Cuando los sacerdotes y obispos tengan corazones puros que reflejen un espíritu caballeresco y la pureza de un guerrero como la de San José, las parroquias volverán a estar repletas con una multitud de personas ansiosas por escuchar las cosas de Dios. Cuando los obispos imiten la pureza, el celo y la paternidad de San José, la humanidad volverá a ver a la Iglesia como la brújula moral del mundo. Todos los hombres pueden llegar a ser terror de los demonios imitando a San José.
«Valiente y fuerte es el hombre que, como San José, persevera en la humildad. Conquistará de inmediato al demonio y al mundo colmado de ambición, vanidad y orgullo» (San Francisco de Sales)
«El Señor quiere que comprendamos que, así como Él estuvo sujeto a San José en la tierra —porque el cielo, Dios hace todo lo que él ordena» (Santa Teresa de Ávila)
«Tu nombre, José, es la alegría del cielo, el honor de la tierra y el consuelo de los mortales. Tu nombre vigoriza a los débiles, consuela a los afligidos, cura a los enfermos, ablanda los corazones endurecidos, nos ayuda en la tentación, nos libera de los engaños del demonio, obtiene todos los dones y comparte el poder de los santos nombres de Jesús y de María» (Beato Bartolo Longo)
San José, Terror de los Demonios, ¡ruega por nosotros!