Fiesta 29 de septiembre

Gabriel: su nombre quiere decir “Fortaleza de Dios” (Dios es mi guerrero, héroe, Dn 8, 16, 9,21). Gabriel ayuda al profeta Daniel a entender la última revelación dada por Dios a Israel. Ayuda también a jeremías (25,11-12; 29,10) a entender que la revelación de la “caída” de babilonia en 70 años trata sobre todo de la venida del reino de Dios después de 70 más 7 años. Es Gabriel que aparece a Zacarías y a María.

Miguel: significa “Quien como Dios” y es mencionado en varios lugares del Antiguo y Nuevo Testamento: Dn 10,13 y 21; 12, 1; Jud 9; Ap 12,7. El protege y defiende a Israel y Miguel en luchar contra el dragón (=Satanás) en Ap 12,9 donde defiende al nuevo Israel: “La Iglesia de Cristo”. En judas 9 es llamado arcángel.

Rafael: quiere decir “Medicina de Dios” (Dios sana), y encontramos a él en el libro de Tobías (5,4; 5). Como su nombre indica, Rafaela restaura la vista de Tobías, protege a Tobías en su viaje y le ayuda a encontrar su futura esposa.

La Biblia también habla de los ángeles de la Guarda. Deuteronomio 32, 8 dice que Dios asigna un ángel para cada país. Ellos guardan a los individuos (Mt 18,10) y a comunidades enteras (Ap 1-3). (Ver Ex 23,23; Sal 91,11; Tob 5, y 12,12)

Los ángeles de la guarda están constantemente a nuestro lado, no se separan de nosotros ni un momento, aun cuando estamos durmiendo; y no nos ayuden solo cuando los necesitamos si no siempre están para protegernos. Para que nuestra relación con nuestro ángel de la guarda sea más íntima debemos tratarlo, llamarle, hablar con él, y debemos agradecer a Dios por este compañero y protector que es una manifestación de su divina providencia. Como aconsejo el Papa Juan XXIII, recordar que tenemos un ángel que nos quiere y nos protege debe darnos mucha alegría (9 de agosto de 1961).

Cristo es su creador

En el judaísmo antiguo había mucha especulación en cuanto a los ángeles y demasiada preocupación con ellos. Algunos los adoraban.

Para los cristianos, el intermediario entre Dios y nosotros no son ángeles si no Cristo mismo. Es sobre el que los ángeles ascienden y descienden (Jn 1,51). Los ángeles anunciaron el nacimiento del Salvador (Lc 2,8-14). No son el Salvador.

Los cristianos disminuyeron la cantidad de especulación y enfoque. Dijimos que el N.T. prohíbe su adoración (Ap 19, 10, 22,8-9, Col 2,18). San pablo nos hace recordar que son solamente criaturas (Col 1,16) y que Cristo es el centro de nuestra fe. El está encima de ellos (Heb 1,4-6; Ef 1,21). Los ángeles le adoran a él (Heb 1.6, Ef 1,22-23).

La doctrina de la Iglesia enseña que los ángeles son criaturas invisibles, personas finitas que no se ajustan al ámbito de los sentidos. Son espíritus dotados de inteligencia y voluntad en estado puro que relacionan con el mundo material. Por su naturaleza, los ángeles son superiores a todas las demás criaturas, incluso los hombres, y poseen un intelecto, voluntad y poder superior (2 Ped 2,12). Entienden las cosas de manera completamente distinta a los hombres. Sin sus limitaciones materiales que los hombres tienen, ellos captan la verdad total y completa de un asunto, viendo su principio, y todas las consecuencias y aspectos al mismo tiempo. A pesar de esto no son omnipotentes como lo es Dios. Su poder y conocimiento tienen limites (ver Dan 10,13; Mt 24,36; 1 Ped 1,12).

En cuanto a su naturaleza, los ángeles son espíritus, son llamados “ángeles” por su FUNCIÓN. No son iguales a los espíritus de los difuntos (los santos). Ellos anteriormente eran hombres de carne y hueso. Al contrario, un ángel jamás fue un hombre.

Quizás sea difícil imaginar tal ser sin un cuerpo. Por eso los representamos como estatuas porque nosotros somos encarnados y nuestra imaginación se basa en cosas materiales.

Yo, como católico creo firmemente en la existencia de los ángeles. Creo que es bueno orarles para que nos ayuden. Jesús mismo fue servido por ellos en el desierto (Mt 4,11) y en su agonía (Lc 22,43). Lo que la Iglesia advierte es que no hagamos demasiada especulación en cuanto a ellos. Basta por ejemplo con que nuestro ángel de la guarda nos haga recordar la Providencia de Dios que nos cuida aún mucho más que a las aves del cielo (Mt 6,26). Y, por supuesto jamás puede el cristiano creer, y aun menos practicar el esoterismo.

Dios creo a los ángeles para hacer su voluntad. Quizá no actúan en manera tan espectacular como en la Biblia, pero siguen haciendo su voluntad. Dios nos quiere proteger por medio de nuestro ángel de la guarda y nos defiende del mal por la oración a San Miguel Arcángel. Le damos gracias por habernos dado estos hermanos espirituales para ayudarnos a llegar con ellos al cielo y, así gozar eternamente en la presencia del Padre.

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