Por Luis Alberto Silva,
Lic. en Ciencias de la Familia
Con mucha razón decía George Orwell que “En tiempos de engaño universal, decir la verdad se convierte en un acto revolucionario”. Y es que durante el mes de julio, a nivel mundial, hemos sido testigos de diferentes medidas injustas y arbitrarias que se han tomado en contra de distintas personas, ya sin siquiera disimular que hay algún delito o incumplimiento con las normas comunitarias de ciertas redes sociales. Y me quiero centrar en cuatro personas en especial:
- Sara Winter, ex feminista y actual referente provida y Profamilia, quien en un video subido el 15 de junio a la cuenta de Instagram (@sarawinter.es), titulado “AYÚDENME”, narra una serie de acciones que se tomaron en contra suya y de otras personas que apoyaban al presidente Bolsonaro. Entre esas acciones, que la policía irrumpió en su domicilio, confiscaron celulares, computadora, le cerraron todas sus cuentas en redes sociales, congelaron sus cuentas bancarias, la llevaron a la cárcel 10 días y posteriormente estuvo con tobillera electrónica en su casa, en sus propias palabras “secuestrada por la Corte Suprema de una manera criminal y Anticonstitucional”, situación que duró más de un año, del 15 de junio 2020 al 2 de julio del presente año. Más adelante ella menciona: “Aquí en Brasil, por la ley, cualquier persona que se va a la cárcel tiene derecho a un abogado, a una llamada y a saber el delito del que está siendo acusada. Yo no tuve ninguno de éstos derechos”.
- Elsa Méndez, diputada independiente, quien es el mayor referente provida y Profamilia dentro de la política en México, reconocida incluso en otros países por la valentía de defender la vida, la familia y las libertades fundamentales, sin estar afiliada a ningún partido político, sino haciendo todo por sus propios medios. Ella es la diputada más atacada por distintos colectivos, la que más denuncias, acoso y presión ha recibido y ahora mismo hay una carpeta de investigación que Luis Felipe Zamudio ha abierto en su contra y que está siendo judicializada, supuestamente por discursos de odio y discriminación. Además de quererla condenar por eso, le han cerrado sus cuentas de Facebook y Twitter.
- Lupe Batallan, escritora, provida y antifeminista. Es autora del libro “Hermana, date cuenta: no es revolución, es negocio”. Se ha destacado en debates y ha hablado con valentía de asuntos que otros no se animaban a abordar en Argentina. Hace aproximadamente dos meses le han cerrado su cuenta de Twitter, red social en la que es más activa y donde tenía bastantes seguidores.
- Agustín Laje, co autor de “El libro negro de la nueva izquierda”. Recién le cerraron la cuenta de Instagram, lo cual, indica que no es nada nuevo. Pues menciona que es la 4ª vez en Instagram y en Facebook se lo han hecho 5 o 6 veces. Agrega que al menos antes se hacía el esfuerzo de decir que iba contra alguna “norma comunitaria”, sin embargo, ahora simplemente le cerraron la cuenta sin ofrecerle ningún motivo.
Quizás algunos podrían pensar que la censura a la libertad de expresión solamente se aplica a pocos referentes o influencers que sostienen algo contrario a la ideologización que se busca imponer sistemáticamente. Pero vemos cómo también se pretende extenderlo cada vez más a toda la población:
- Queriendo que médicos y personal de la salud no puedan ejercer su libertad de conciencia ante el asesinato de un inocente;
- Que si alguien con alguna orientación sexual diversa quiere retomar su heterosexualidad, se penalice a quien pueda brindarle “terapia de reorientación sexual”, al mismo tiempo que sí se promueve que un heterosexual incluso se mutile y tome hormonas para “cambiar su género”, así sea un infante sin la madurez de decidir;
- En España, recientemente despidieron a un profesor por afirmar lo obvio: que solamente existen dos sexos, hombre y mujer;
- Medios de comunicación y sistemas legales favorecen cada vez más que se niegue lo biológico para favorecer la fantasía subjetiva de quienes padecen disforia de género.
Aunque pareciera que ese acto revolucionario de decir la verdad, nos pudiera jugar en contra, las mismas personas que han sido censuradas y acusadas nos dan testimonio al respecto. Sara, ahora con libertad de ir a donde quiera está dispuesta a volver a dar la batalla cultural; la diputada Elsa que se mantiene en pie y compartía que también a su hija le da el ejemplo de decir la verdad, que lo vergonzoso sería decirle que su mamá no tuvo el valor de decir la verdad; y por último, como dice Lupe Batallan “Decir la verdad, aunque te tiemble la voz”.
Vivimos en un país donde muchos llegaron incluso a dar la vida por defender la libertad y por proclamar la verdad que otros intereses buscaban callar. Y como ellos, somos muchos actualmente que estamos dispuestos a alzar la voz, a dar la batalla cultural y a pagar el precio de proclamar la verdad.