El Papa Francisco promulgó el 16 de julio el motu proprio “Traditiones Custodes”, que establece restricciones para la celebración de las Misas en latín en la forma extraordinaria previa a la reforma de 1970, usando el Misal Romano de 1962.
Este motu proprio está acompañado por una carta de Papa que explica a los obispos del mundo el porqué de los cambios que rigen desde este 16 de julio.
El Santo Padre hace referencia también al motu proprio Summorum Pontificum promulgado por Benedicto XVI en 2007.
Francisco recordó que “San Juan Pablo II y Benedicto XVI concedieron la posibilidad de utilizar el Misal Romano promulgado por San Pío V, editado por San Juan XXIII en 1962, para la celebración del Sacrificio Eucarístico”.
“La facultad, concedida por un indulto de la Congregación para el Culto Divino en 1984 y confirmada por San Juan Pablo II en el motu proprio Ecclesia Dei de 1988, estaba motivada sobre todo por el deseo de favorecer la recomposición del cisma con el movimiento liderado por el arzobispo Lefebvre”, explicó Francisco.
Con Summorum Pontificum, Benedicto XVI “pretendía introducir ‘una regulación jurídica más clara’ en la materia, concediendo una ‘posibilidad más amplia’ para utilizar el Misal de 1962”.
Trece años después, el Papa Francisco pidió a la Congregación para la Doctrina de la Fe enviar un cuestionario sobre la aplicación de Summorum Pontificum. “Las respuestas recibidas pusieron de manifiesto una situación que me duele y preocupa, y confirmaron la necesidad de intervenir”, expresó.
El Papa Francisco dijo que “lamentablemente, la intención pastoral de mis predecesores, que pretendían ‘hacer todo lo posible para que todos los que desean verdaderamente la unidad puedan permanecer en ella o redescubrirla’, ha sido a menudo gravemente ignorada”.
Francisco también advirtió “los abusos de unos y otros en la celebración de la liturgia” y por ello pidió a los obispos “procurar que cada liturgia se celebre con decoro y fidelidad a los libros litúrgicos promulgados tras el Concilio Vaticano II, sin excentricidades que fácilmente degeneran en abusos”.
En este sentido, el Papa Francisco dijo a los obispos que “en el ejercicio de mi ministerio al servicio de la unidad, tomo la decisión de suspender la facultad concedida por mis Predecesores, y les pido que compartan conmigo esta carga como forma de participación en la preocupación por toda la Iglesia”.
Al mismo tiempo, solicitó que los seminaristas y los nuevos presbíteros sean educados en la fidelidad del Misal y a los libros litúrgicos del Concilio Vaticano II.