El sacerdote católico Charles Mbikoyo, quien fue secuestrado y reclutado por un grupo armado cuando era apenas un niño, vuelve a su tierra natal para llevar “esperanza a quienes la han perdido”.
Durante los últimos siete años, el P. Charles Mbikoyo estudió Filosofía en la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma. Sin embargo, su historia comienza en lo que hoy es Sudán del Sur, donde ingresó al seminario a los 12 años, en 1988.
Sus estudios fueron interrumpidos un año después, cuando los rebeldes llamaron a la puerta en medio de la noche.
“Había una voz fuerte”, recordó el P. Mbikoyo, ordenando a los seminaristas que “salieran”. A regañadientes, salieron a caminar por donde los rebeldes les ordenaron, para que se fueran con ellos “para la educación”. El futuro P. Mbikoyo, junto con otros 40 niños y su rector, fueron capturados. Durante los siguientes meses se sometieron a un riguroso entrenamiento militar.
Después de meses de cautiverio, encontró la manera de escapar con otros cuatro niños. Sobrevivieron a un peligroso viaje que incluyó cruzar dos ríos donde nadaban animales mortales.
“Cuando escapamos, fuimos al pueblo llamado Yei”, dijo. Allí reanudó su formación en el seminario hasta que los rebeldes lo volvieron a amenazar.
La Cruz Roja “nos recogió de regreso a casa”, dijo, y el seminario se trasladó de Rimenze a Nzara para evitar a los rebeldes. Pero aun así los encontraron y atacaron de nuevo.
Fue entonces cuando el P. Mbikoyo abandonó el país y se trasladó a la República Centroafricana. Después de vivir allí durante tres años, viajó a Uganda para continuar su educación.
“Estuve tantos años sin ver a mis padres, alrededor de ocho o nueve años, porque estaba en el exilio. Temíamos que cuando volviéramos a casa nos pudieran reclutar”, continuó.
Finalmente fue ordenado sacerdote en 2007, después de que terminó la Segunda Guerra Civil Sudanesa.
“Cuando me convertí en sacerdote, dije: ‘Ésta es una verdadera vocación’”, enfatizó. Después de terminar sus estudios en Roma, el P. Mbikoyo se está preparando para regresar a Sudán del Sur.
“Mi país está en problemas y todo el mundo está traumatizado. Entonces, como sacerdote, cuando regrese, mi papel es dar esperanza a aquellos que han perdido la esperanza”, dijo.
Entre otras cosas, espera usar su experiencia para bien y ayudar a rehabilitar a otros niños soldados. “Los alentaré a abrazar su fe y también a seguir la vocación que cada uno quiera elegir”, dijo, sea lo que sea.