Fray Daniel Bae, de 46 años, fue ordenado sacerdote en el convento de Caravaca de la Cruz, en la diócesis de Cartagena, España. Su camino hasta el sacerdocio duró más de 12 años y pasó de ser general del ejército en Corea del Sur a ser religioso carmelita descalzo en España.
“En un mundo que propone lo fácil y que quiere desterrar a Dios, es motivo de alegría que un joven venido de Corea del Sur quiere seguir a Jesús”, aseguró Mons. Sáez quien destacó la historia de Daniel, quien era capitán del Ejército en Corea: “Tú has querido el amor de Dios y por eso has dicho “aquí estoy Señor”. El sacerdote es un capitán, sé capitán al estilo de Teresa de Jesús”.
Fray Daniel agradeció la ayuda y el apoyo recibido durante estos 12 años de formación carmelita. “En todo momento el Señor me ha sorprendido. Le doy gracias a Dios por llamarme al sacerdocio. Él me dará en abundancia lo que pueda necesitar”, aseguró.
Fray Daniel Bae de la Cruz nació en Corea del Sur. Pertenece a la minoría católica de este país, en donde la gran mayoría es budista o cristiano protestante.
Recibió la fe de su abuela. Aunque en su juventud sentía que podía tener vocación al sacerdocio, ingresó en el ejército. “Sentía una inmensa atracción por esa forma de vida, aunque en mi corazón también rondaba el anhelo de ser sacerdote”, destacó Fray Daniel.
Así pasó casi 10 años de carrera militar, que le llevaron a convertirse en capitán de Infantería, hasta que un día sintió la voz de Dios.
En su interior Fray Daniel sintió que le decía: “Daniel, ¿qué haces aquí?”. Sin embargo, tardó 3 años más en dejarlo todo, hasta que en 2008 decidió dejar el Ejército.
Por eso Fray Daniel llegó a España hace 12 años. No hablaba el idioma y no conocía a nadie. Durante su primer año en la ciudad de Salamanca aprendió español y seguía su proceso de discernimiento.
En 2010, con la ayuda de las Carmelitas Descalzas de Burgos, se encontró con el Carmelo Descalzo.
“Dios me ha llamado, a mí, un ser insignificante. Por mi falta de capacidad ha habido muchas dificultades en mi camino hasta llegar aquí, pero, con la ayuda de Dios y de mis hermanos de comunidad, he sobrevivido bien”, aseguró.
“En el pasado fui soldado profesional, pero ahora soy un soldado del Señor, tratando de hacer lo que Él quiere que haga. La voluntad de Dios no es fácil de descubrir y, en muchos casos, los hombres la desconocemos. Al igual que el apóstol Pablo, que persiguió a la Iglesia y se convirtió tras la llamada de Dios, nunca pensé que mi vida cambiaría así; pero tengo que confesar que cada día veo con más claridad que mi vida está en el Carmelo Descalzo”, aseguró.