Deseo citar a San Juan de la Cruz, algo que él escribió, que decía que el alma quiere llegar muy rápido a la unidad con Dios y librarse de todos los impedimentos del mundo, para que llegando rápido a Dios pueda lograr defenderse de las astucias y de los engaños del demonio.  Pero San Juan de la Cruz respondía que el mundo era el enemigo menos difícil que tenía el hombre, si el hombre renuncia al mundo, que es lo más fácil, ya que al renunciar al mundo el enemigo sabe que no puede atacarnos por ese lado.   

Pero la carne es el enemigo más fuerte porque San Juan de la Cruz dice que la fuerza de la carne y la influencia de la carne para que el hombre peque dura mientras el hombre viva.  Entonces, si el más fácil de vencer es el mundo y el más difícil de vencer es la carne, venzamos al más fácil que es el mundo.  Porque San Juan de la Cruz decía que venciendo a uno hacemos más débiles a los otros enemigos que tenemos.  Él decía: enflaqueciendo a uno, se enflaquecen los demás, los otros dos y ya no van a ser tan fuertes en la guerra contra nosotros.

San Juan de la Cruz decía: si todas las fuerzas de ustedes se concentran en renunciar al mundo, amando a Dios y al prójimo, a ustedes les llega la santidad cristiana y así lograrán una transfiguración completa porque al renunciar al mundo, los llevará a renunciar a la carne y por ende a la influencia del demonio.

Si él nos da estas pautas, no tratemos de vencer a nuestros tres enemigos, venzamos a uno para que como dice San Juan de la Cruz, enflaquezcamos a los otros dos para que no puedan entablar una batalla fuerte contra nosotros.  Lo único que hay que hacer es reconocer la existencia de estos tres enemigos. Reconociéndolos, hay que luchar por vencer a uno, por vencer al mundo.  ¡Menuda tarea la que queda pendiente!

¿Qué se puede hacer para vencer al mundo?    

Primero: En las cosas más sencillas dejar de pensar en lo que yo quiero y pensar en lo que Jesús quiere y en lo que Jesús haría en ese momento, cómo actuaría, qué diría.  También luchar contra el egoísmo, contra el yo humano para poder pensar en los demás y comenzar a ver a Jesús en las demás personas, porque, aunque yo lo tengo dentro de mí, debo buscar a Jesús también en las demás personas y en todo lo que me rodea.

El ayuno les va a ayudar a dominarse y vencer la carne…

La oración, y especialmente la oración de contemplación, les va a ayudar a vencer al demonio…

El Cielo ha solicitado que se instruyan en el conocimiento porque eso les va a ayudar a vencer al mundo…

Les aconsejo que cada uno en particular tome la decisión de vencer a uno de esos tres enemigos, a uno, no a todos de una vez. Por eso recuerden a San Juan de la Cruz: si vences a un enemigo los otros dos se van a debilitar y va a ser más fácil vencerlos.  Y esto compagina perfectamente con lo que Cristo dice: “sed expertos en amor y el resto se les dará por añadidura”.  No se puede ser experto en todo, en algo se es inexperto, pero hay que ser expertos en amor y aquí, lo mismo: hay que aprender a vencer a uno de estos enemigos para debilitar a los otros.

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