Fiesta 22 de febrero
La palabra «cátedra» significa asiento o trono y es la raíz de la palabra catedral, la iglesia donde un obispo tiene el trono desde el que predica. Sinónimo de cátedra es también «sede» (asiento o sitial): la «sede» es el lugar desde donde un obispo gobierna su diócesis. Por ejemplo, la Santa Sede es la sede del obispo de Roma, el Papa.
Antes de rezar el Ángelus en este día, el Papa Juan Pablo II recordó que «la festividad litúrgica de la Cátedra de San Pedro subraya el singular ministerio que el Señor confió al jefe de los apóstoles, de confirmar y guiar a la Iglesia en la unidad de la fe. En esto consiste el ‘ministerium petrinum’, ese servicio peculiar que el obispo de Roma está llamado a rendir a todo el pueblo cristiano. Misión indispensable, que no se basa en prerrogativas humanas, sino en Cristo mismo como piedra angular de la comunidad eclesial». «Recemos -dijo- para que la Iglesia, en la variedad de culturas, lenguas y tradiciones, sea unánime en creer y profesar las verdades de fe y de moral transmitidas por los apóstoles».
La cátedra es en realidad el trono que Carlos el Calvo regaló al papa Juan VIII y en el que fue coronado emperador el día de Navidad del año 875. Carlos el Calvo era nieto de Carlomagno. Durante muchos años la silla fue utilizada por el papa y sus sucesores durante las ceremonias litúrgicas, hasta que fue incorporada al Altar de la Cátedra de Bernini en 1666.
Tradiciones, leyendas y creencias afirmaron durante muchos años que la silla era doble y que algunas partes se remontaban a los primeros días de la era cristiana e incluso que la utilizó San Pedro en persona. La silla ha sido objeto de numerosos estudios a lo largo de los siglos y la última vez que fue extraída del nicho que ocupa en el altar de Bernini fue durante un período de seis años, entre 1968 y 1974. Los análisis efectuados en aquella ocasión apuntaban a que se trataba de una sola silla cuyas partes más antiguas eran del siglo VI. Lo que se había tomado por una segunda silla era en realidad una cubierta que servía tanto para proteger el trono como para llevarlo en procesión.
Todos los años en esta fecha, el altar monumental que acoge la Cátedra de San Pedro permanece iluminado todo el día con docenas de velas y se celebran numerosas misas desde la mañana hasta el atardecer, concluyendo con la misa del Capítulo de San Pedro.
La Santa Sede en la basílica de San Pedro “cuelga” directamente debajo de la famosa imagen del Espíritu Santo.
En círculos clericales, rueda siempre a manera de broma, la pregunta, ¿cuál es la santa, que, si bien tiene cuatro piernas, no podría correr? Pues bien, es la Santa Sede.
El término, no de muy fácil comprensión, es hasta hoy una usual denominación para el Papa, quien, como soberano sujeto de derecho internacional, goza del reconocimiento de alrededor de 170 estados y 20 organizaciones internacionales. No pocas veces se piensa que el Papa es reconocido por otros estados y jefes de estado, como jefe del diminuto Estado Vaticano, si bien su condición especial no se fundamenta en el ser el país más pequeño del mundo. El Papa es reconocido en virtud de sus relaciones de siglos con otros estados, sobre todo a través del envío de embajadores. Si hubiera perdido el Vaticano – como fue el caso en el siglo XIX con los Estados Pontificios, de mayor extensión y no poca significancia política – la Santa Sede hubiera permanecido siendo sujeto de derecho internacional reconocido internacionalmente. El Papa, y sólo él entre todos los demás líderes religiosos, es quien goza de la autoridad de un jefe de estado, equiparada a la de los presidentes. Y todo esto se lo debe, por así decir, al banquillo de madera sobre el que se sentó San Pedro, cuando enseñaba a la comunidad de Roma. Este pequeño asiento del príncipe de los apóstoles se encuentra hoy en el enorme altar de bronce que se levanta al final de la nave occidental de la Basílica de San Pedro. El trono de Pedro, elevado a lo alto por cuatro doctores de la iglesia, es sobrepasado en fulgor por la imagen del espíritu Santo, la única ventana colorida en la Catedral de San Pedro.
Una silla bajo la luz del Espíritu Santo
La Iglesia celebra el 22 de febrero la Fiesta de la Cátedra de San Pedro, para recordar la autoridad del primero de los apóstoles y la de sus sucesores. La Santa Sede, suyo concepto se remonta al banco de madera de un pescador, a quien el Señor nombró Pastor de su Iglesia, es la más alta autoridad moral en todo el mundo actual. También los no cristianos prestan atención a las palabras del Papa sobre la paz, migración y protección climática. Más importante que estos temas políticos es sin embargo la preservación y auténtica interpretación de la fe, que le fue confiada a Pedro y a sus sucesores. A él le fue prometida –tal como bellamente muestra el altar en San Pedro –la especial asistencia del Espíritu Santo al explicar el Evangelio de Cristo desde la Tradición de la Iglesia y sus padres. Él, el Papa, y solamente él, tiene la potestad de las llaves, para atar y desatar. Él tiene poder directo, inmediato, limitado sólo por la Ley Divina sobre toda la Iglesia. Él es el pastor Supremo a quien le es confiado la totalidad del rebaño del Señor. La Iglesia celebra hoy este elevado servicio del servidor de los siervos de Dios. Al contrario de los Patriarcas ortodoxos organizados por iglesias nacionales y de los cientos de denominaciones protestantes, la Iglesia católica es una – gracias al Papa, a quien el Concilio Vaticano II denomina su cabeza visible.