A veces, durante nuestro camino de búsqueda vocacional, especialmente cuando hemos entendido que el Señor nos llama a dejar todo por Él, por lo que nos llama a la Vida Consagrada, podemos caer en esa sutil tentación de pensar que Él nos quita algo en esta vida, porque para seguirlo totalmente debemos renunciar a los afectos, a los bienes, a las comodidades. Pero pensar en esto, como dije, es una tentación sutil porqué Jesús mismo en el Evangelio dice: «El que a causa de mi Nombre dejé casa, hermanos o hermanas, padre, madre, hijos o campos, recibirá cien veces más y obtendrá como herencia la Vida eterna» (Mt 19,29); Pedro dice a Jesús: «Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. Jesús respondió: «Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos, por mí y por la Buena Noticia, desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos, campos en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro la Vida eterna”» (Mc 10, 28-30).
Santo Tomás de Aquino, gran santo, teólogo y doctor de la Iglesia, dice así: “La vida eterna […] consiste también en la perfecta satisfacción del deseo. En efecto, allí poseerá cada bienaventurado más de lo deseado y esperado. La razón de ello es que esta vida nadie puede satisfacer su deseo, ni jamás nada creado sacia el anhelo del hombre. Porque sólo Dios lo sacia y lo excede de manera infinita… Y como los santos poseerán en la patria a Dios perfectamente, es claro que será saciado el deseo de ellos, y aún su gloria lo excederá”.[1] Y por lo tanto cada uno de nuestros deseos en el Paraíso se cumplirán plenamente, de hecho Dios va más allá de todas nuestras expectativas, y nos dará mucho más, de lo que ya nos da en esta vida.
Al comienzo de mi entrada en la comunidad religiosa de los “Pequeños frailes y hermanas de Jesús y María”, pensando en la historia de Job, hice una reflexión: así como el Señor permitió que el diablo le quitara a Job todas sus posesiones, todos sus afectos, y luego cuando Job entendió lo que tenía que entender y se corrigió a sí mismo, Dios lo ha bendecido de nuevo y le ha devuelto más de lo que tenía antes; así será para mí también, yo ahora he dejado todo para el Señor, me he privado de tantas cosas en esta vida – también tuve un buen capital – pero después en Paraíso el Señor me recompensará a la grande!!.
En efecto no había reflexionado bien sobre el pasaje del Evangelio de S. Marcos 10, 28-30. Ahora diecisiete años después, puede testificar que estas palabras de Jesús se han hecho carne en mi vida, verdaderamente el Señor nos da cien veces más en comparación con las cosas que hemos dejado para seguirlo totalmente.
Hna. L.M.V.